¿Qué? ¿Nos marcamos una reinvención del cocido madrileño,
cambiando gallina por ganso? ¿O le sugerimos a Chicote un diabólico ingrediente
con el que torturar a los concursantes de top chef? Pues no, no se trata de eso
;)
Lo cierto es que la pata de ganso ha sido la respuesta a mis
interrogantes acerca de mi lesión. Vamos a ver, los isquiotibiales van por
detrás del cuádriceps. Y el ligamento cruzado tras la rótula. Por tanto, lo
lógico es pensar que el dolor en la recuperación tendría que localizarse en uno
de estas dos superficies. Y entonces ¿por qué donde más me duele es en la
propia rodilla y en la cicatriz? ¿Y por qué las adherencias se están formando acerca
de la misma? Según me explicaron, dichas adherencias se forman donde ha sido la
agresión, es decir, donde te quitaron algo, para suplir las funciones de dicho
elemento de tu anatomía.
- ¿Te
hicieron el autoinjerto de isquiotibiales? ¿Y cómo es entonces que no tienes
una cicatriz por detrás de la
pierna?
- Pues
lo sacarían por ahí delante -señalo la marca frontal más abajo de la rodilla.
- Ah,
ya sé, te lo sacaron de la pata de ganso.
- ¿Y
eso qué es?
El fisioterapeuta titular de la
clínica de rehabilitación donde acudo resolvió mis dudas. Al parecer los
isquiotibiales al llegar a la rodilla se ramifican en tres y se enganchan con
la tibia en la zona donde tengo la cicatriz. De ahí, por tanto, sacaron el
"material" que sustituyó a mi ligamento roto. Ahora sí tiene sentido
que me duela ese punto en concreto y que se creen las adherencias. Y respecto a
la rodilla, se trata de los "remaches" que fijan la nueva fibra a la
tibia. ¡Por fin lo descubrí!
- Es increíble lo que hacen
-comenta el fisio.
Pues sí, la verdad. Una obra de
arte. Así que ya sabéis donde está la explicación: si os duele donde no
esperáis, preguntad, seguro que alguien sabe por qué.
En cuanto a mi recuperación, he pasado
a ponerme en el disco inflado con un sólo pie en lugar de con los dos. En ese
momento me acuerdo de una postura de karate (suruachi dachi, posición de la
grulla) que es muy característica de un kata superior (nipaipo). Para quien no
sepa de karate, explico brevemente que un kata es como un combate imaginario
con varios adversarios. Existen 5 katas básicos, que son los primeros que
tienes que aprender, y luego los superiores, que son infinitos. La postura en
sí supone poner el empeine de un pie en la corva de la rodilla contraria, y
mantenerse en equilibrio. Intento hacerlo manteniendo el equilibrio sobre la
pierna mala, y sin problema (si, la mala). Lo hago sobre la buena y... no
puedo. No consigo doblar la rodilla lesionada lo suficiente para colocar el
empeine bajo la sana. Vaya. En fin, paciencia (palabra clave...).
Al día siguiente se lo comento al
fisio que me atiende habitualmente. Me pregunta cómo es la postura y sobre la
camilla coloco mi empeine bajo la rodilla.
- Sí que puedes entonces, me dice.
- Pero porque estoy sentada.
- Prueba de pie.
Me bajo de la camilla y ¡oh
milagro! lo consigo como quien no quiere la cosa. Cada día me sorprendo más de
mi misma. Lo mismo con las sentadillas: me dicen de bajar más y el primer día
me duele, pero al segundo me las hago como en los videos de "ponte en
forma" que rulan por internet. Así que volvemos a hacer deporte... como
dije, a nadar.
Piscina cubierta. Vistazo a ver qué
calle tiene menos gente. Vamos allá. Empezaremos nadando a crol. A ver esa
rodilla... hum. Si doblo un poco duele. Mejor más estirada, y así nado mejor.
Mira por dónde, una limitación me sirve para mejorar mi técnica. Vamos a ver
cuántos largos aguanto. En otras ocasiones que practiqué natación, al principio
me costaba coger el ritmo de la respiración, con lo cual me tenía que parar y
como mucho llegaba a hacer 30 largos seguidos (piscina corta, 25 metros). Con
el tiempo conseguí hacer 60 en una hora alternando estilos. Un largo, otro
largo... qué agradable la sensación de deslizarse por el agua, de flotar. Y con
el calor que hace, se agradece mojarse. Más largos... huy si ya van los 30 de
siempre. La rodilla no duele. Hago 3 más y noto que algo se resiente. Bueno, ya
puestos, número redondo: 40. Y no más, no quiero tentar a la suerte. Pero estoy
contenta. Apenas he parado, no he llegado a los 40 minutos, y eso que hacía
años que no iba a la piscina. Estoy contenta. ¡Endorfinas a mí!
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