lunes, 15 de mayo de 2017

CAPITULO 5: SIEMPRE ME QUEDARÁ LA BICI

Cambio de tercio. Me acerco al gimnasio a apuntarme a la sala y actividades varias. Me dan el planning de las clases. Pregunto si el ciclo-indoor de la mañana es con música disco como las de la tarde (a las que ya fui en otras ocasiones) y me presentan al monitor, un chaval jovencillo de ojos claros muy entusiasta. Le explico que ya lo he practicado otras veces y que soy ciclista de carretera. 

 - Yo soy de montaña, pero las clases están enfocadas a la bici de carretera. Subimos puertos, hacemos falsos llanos, y a mí me gusta mucho animar, no paro de hablar... 
- ¿Y la música? 
 - De todo, unos días es rock, otros clásica, pop, de los 80, los 90... 

Bien. Qué le vamos a hacer, soy mayor, y si cuando empezó el famoso "bacalao" dejé de frecuentar discotecas, menos aún ahora con esa música que parece inspirada en el movimiento del tambor de la lavadora. Pero antes del ciclo-indoor, llegó el momento de probar cosas nuevas. Hacía tiempo que quería ir a yoga a ver en qué consiste. No sé si me irá bien para el ligamento, pero bueno, por intentarlo... 

- Es yoga Kundalini -me comentó la recepcionista del gimnasio- muy tranquilo. 

Entro en el tatami con calcetines, mallas y camiseta. Qué extraño me resulta no ir con karategui. Donde fueres, haz lo que vieres, así que me cojo una colchoneta, como hace el resto de la gente. El profesor quema incienso y pone velas. Suena música relajante y empezamos con los mantras. Me siento un poco rara, con lo agnóstica que yo soy...😎 Bueno, paciencia. La posición típica del yoga la verdad es que no es muy buena para mis ligamentos, así que procuré no forzarla demasiado. Practicamos respiración inhalando y exhalando. Siguiendo la inercia de las respiraciones que enseño yo en mi consulta, cojo aire por la nariz y lo suelto por la boca. 

- Exhala también por la nariz -me corrige el profesor- siempre es por la nariz a menos que indique que es por la boca.

Ah vale. Pues nada. Inhalar girando la cabeza hacia la derecha, exhalar girando hacia la izquierda. Un par de minutos así. 

- Descansad un minuto. 

 ¿De qué? ¿De respirar? 😳

Más adelante hicimos ejercicios un poco más intensos que equivaldrían a los diez minutos del calentamiento del karate... en una hora. Uno de ellos implicaba abrir y cerrar las piernas hacia los lados estando tumbados y ahí se me resintió la rodilla. Qué pena, para algo que era un poco más cañero... Y tras esa hora, la gente que se coge ropa y toallas para taparse y relajarse (otra vez). Como 10-15 minutos sin hacer nada, sólo escuchando la música. Y yo pensando qué c... hago ahí parada con todo lo que tengo que hacer. Creo que el yoga no es lo mío. 
Me voy a la sala. Cojo el aparato para fortalecer cuádriceps. Sube baja sube baja. Qué aburrimiento. Pregunto a las chicas que están en prácticas. Una, tan entusiasta como el chaval del ciclo-indoor, me enseña cómo trabajar en un aparato que hace dominadas, porque, ya de paso, quería fortalecer la espalda y evitar la sobrecarga de hombros que suelo padecer en la bici (es lo que tiene soportar mi enorme cabezón). Sube baja sube baja. Qué aburrimiento (de nuevo). 😒¿Y cómo hace la gente para motivarse aquí? Supongo que lo hace por tener un buen cuerpo, pero yo es que no le encuentro la gracia. 

Al día siguiente me fui a ciclo-indoor. El muchacho realmente anima mucho, pero más aún oír sonar el Carmina Burana a ritmo de pedal 😃. Curioso. Empiezo a sudar como un oso polar en el Sahara. Por fin. Tenía razón el fisio, las bicis de ciclo-indoor tienen más inercia que la estática de la clínica de rehabilitación, pero ahí están mis cuádriceps para evitar que se me vaya la rodilla. Es lo que tiene ser deportista: conoces tu cuerpo, y tienes cierto control sobre el mismo. Pero eso no lo tiene en cuenta quien a pesar de decirle que haces karate y ciclismo sigue tratándote como a una persona sedentaria. 

Voy siguiendo la clase con una variante: al ponerme de pie subía un punto, y al sentarme lo bajaba. O sea, al revés que los piñones. Y cuando empiezan con el ritmo a toda velocidad me doy cuenta de que eso no es bici de carretera, a menos que seas Mario Cipollini en los últimos 300 metros de una etapa del Tour 😀. Yo a otro ritmo con más tranca para controlar la rodilla. Por fin siento que me duelen las piernas, que me gano el descanso final, que las endorfinas vuelven a invadirme. Y aunque me falte el aire rozando mi cara, el perfume del campo, el sonido de los pájaros o el zumbido del viento en un descenso, sigue siendo bici.

Faceta psicológica: dicen que a falta de pan, buenas son tortas. Pues que esas tortas se parezcan lo más posible al pan que os gusta, porque si no la motivación se va al carajo, al menos eso me pasó a mi. He seguido con el ciclo-indoor y dejé la sala porque me aburría como una ostra. Muy probablemente mis cuádriceps se han fortalecido más en esos 50 minutos de ciclo-indoor que en dos horas con aparatos, porque el esfuerzo si hay motivación es mucho mayor. Sobre todo cuando suena la música que te gusta, que parece que te olvidas del dolor y la fatiga y las pulsaciones llegan a subir... ¡a 188! ¡It's rainning men! Haleluyah!🙋

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